Site uses cookies to provide basic functionality.

OK
(...) gracias a Alicia, habia aprendido al menos dos cosas ultiles que le servirian para siempre, si es que vivia para contarlo. La primera era mentir. La segunda, y esta aun la sentia en carne viva, era que los juramentos eran un poco como los corazones: roto el primero, los demas resultaban pan comido.