-!Oh! Dios mio, si -dijo Montecristo-, no hago secreto de ello, es una mezcla de un excelente opio que he ido a buscar yo mismo a Canton, para estar seguro de obtenerlo puro, y del mejor hachis que se cosecha en Oriente, es decir, entre el Tigris y el Eufrates. Se reunen estos dos ingredientes en proporciones iguales y se hace una especie de pildoras, que se tragan cuando hay necesidad.