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El gigantesco murmullo organico de la multitud, en nada semejante a la voz de un ser animado, sino mas bien como una catarata o una alteracion geologica, se propagaba por los parques y el Mall. Solo los hombres de las ambulancias Saint John, firmes ante sus camiones, conservaban su identidad. Los miembros de la familia real alzaron el brazo una vez mas, hicieron un amago de marcharse, remolonearon y volvieron a saludar, desapareciendo definitivamente. Brazos desconocidos rodeaban cuerpos desconocidos. Muchos amorios, algunos duraderos, surgieron esa noche; y numerosos bebes de la variedad experimental, deliciosos en su tono de piel y estructura racial, vinieron al mundo al cumplirse su correspondiente ciclo de nueve meses.