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Entonces de repente -este era el sentido del ejercicio-, el odio brotaba en el con violencia de orgasmo, estallando como una tormenta contra aquellos olores que habian osado ofender su ilustre nariz. Caia sobre ellos como granizo sobre un campo de trigo, los pulverizaba como una furioso huracan y los ahogaba bajo un diluvio purificador de agua destilada. Tan justa era su colera y tan grande su venganza.