...Pude comprobar que el tiempo y el terremoto hicieron estragos en mi virilidad y que ya no tenia fuerzas para rodear la cintura de una robusta muchacha y alzarla sobre la grupa de mi caballo, y, mucho menos, quitarle la ropa a zarpazos y penetrarla contra su voluntad. Estaba en la edad en que se necesita ayuda y ternura para hacer el amor. Me habia puesto viejo, carajo.