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Lloro creyendo que lloraba por el nino muerto y por Alma, pero lo hacia por si mismo, por su vida mesurada y convencional, por el peso de las responsabilidades que nunca podria sacudirse de encima, por la soledad que lo agobiaba desde que nacio, por el amor que anoraba y nunca tendria, por los naipes enganosos que le habian tocado y por todas las malditas tretas de su destino.