DESPEDIDA DE UN PAISAJE No le reprocho a la primavera que llegue de nuevo. No me quejo de que cumpla como todos los anos con sus obligaciones. Comprendo que mi tristeza no frenara la hierba. Si los tallos vacilan sera solo por el viento. No me causa dolor que los sotos de alisos recuperen su murmullo. Me doy por enterada de que, como si vivieras, la orilla de cierto lago es tan bella como era. No le guardo rencor a la vista por la vista de una bahia deslumbrante. Puedo incluso imaginarme que otros, no nosotros, estan sentados ahora mismo sobre el abedul derribado. Respeto su derecho a reir, a susurrar y a quedarse felices en silencio. Supongo incluso que los une el amor y que el la abraza a ella con brazos llenos de vida. Algo nuevo, como un trino, comienza a gorgotear entre los juncos. De veras los deseo que lo oigan. No exijo ningun cambio de las olas a la orilla, ligeras o perezosas, pero no obedientes. Nada le pido a las aguas junto al bosque, a veces esmeralda, a veces zafiro, a veces negras. Una cosa no acepto. Volver a ese lugar. Renuncio al privilegio de la presencia.