"Tu me echabas una mirada con un gris signo de interrogacion en tus ojos. "Oh, no, no empecemos de nuevo" (incredulidad, exasperacion). Pues nunca te dignabas a creer que yo pudiera sentir el deseo -sin intenciones especificas- de hundir mi cara en tu falda tableada, amor mio. La fragilidad de tus brazos desnudos... Como anhelaba envolver esos brazos, y tus cuatro miembros limpidos, encantadores -un potrillo acurrucado-, y tomar tu cabeza entre mis manos indignas y estirar hacia atras la piel de tus sienes y besar tus ojos achinados y... "Por favor, dejame en paz, ?quieres?", decias. "Dios mio, dejame tranquila". Y yo me levantaba del suelo, mientras tu me mirabas crispando el rostro en una imitacion deliberada de mi tic nerveux. Pero no importa, no importa, soy un miserable, no importa, sigamos con mi desgraciada historia."