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La mujer sonreia teatralmente y se habia lanzado a hablar sin pausas. En el chisporroteo de palabras, las formulas de cortesia que Alberto habia escuchado en su infancia aparecian como en caricatura, condimentadas con adjetivos lujosos y gratuitos, y a ratos comprendia que lo trataban de senor y de don y lo interrogaban sin esperar su respuesta. Se hallo envuelto en una costra verbal, en un laberinto sonoro.