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Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclonica asombrosamente regulada la levanto por la cintura y la despojo de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizo como a un pajarito. Alcanzo a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbio como un papel secante la explosion de su sangre. Tres