Me obligue a mantener la vista sobre esas imagenes, a no apartar los ojos de ellas; y muy pronto, la mirada se concentro en la foto numero veintiuno de la misma manera en que se veria monopolizada por una sola llamita en el extremo de una pantalla oscura. Lo supe de inmediato: esa era la foto que ya se habia abierto camino entre mis suenos y mis sombras hasta llegar a esa parte de la mente sobre la que no ejerzo el menor control. Seguiria viendo esa imagen, en toda su imposible crueldad, durante el resto de mi vida; especialmente, cuando mas desprevenido me encontrara.