Este, pues, por abreviar el cuento de mi desventura, te dire en breves palabras la que me ha causado. Viome, requebrome, escuchele, enamoreme, a hurto de mi padre; porque no hay mujer, por retirada que este y recatada que sea, a quien no le sobre tiempo para poner en ejecucion y efecto sus atropellados deseos. Finalmente, el me prometio de ser mi esposo, y yo le di la palabra de ser suya, sin que en obras pasasemos adelante.