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Tita bajo la cabeza y con la misma fuerza con que sus lagrimas cayeron sobre la mesa, asi cayo sobre ella su destino. Y desde ese momento supieron ella y la mesa que no podian modificar ni tantito la direccion de esas fuerzas desconocidas que la obligaban, a la una, a compartir con Tita su sino, recibiendo sus amargas lagrimas desde el momento en que nacio, y a la otra a asumir esa absurda determinacion