Acababan de celebrar las bodas de oro matrimoniales, y no sabian vivir ni un instante el uno sin el otro, o sin pensar el uno en el otro, y lo sabian cada vez menos a medida que se recrudecia la vejez. Ni el ni ella podian decir si esa servidumbre reciproca se fundaba en el amor o en la comodidad, pero nunca se lo habian preguntado con la mano en el corazon, porque ambos preferian desde siempre ignorar la respuesta.