Aturdido por dos nostalgias enfrentadas como dos espejos, perdio su maravilloso sentido de la irrealidad, hasta que termino por recomendarles a todos que se fueran de Macondo, que olvidaran cuanto el les habia ensenado del mundo y del corazon humano, que se cagaran en Horacio, y que en cualquier lugar en que estuvieran recordaran siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenia caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor mas desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efimera.