Quiza faltan unas gotas de limon penso, pero esto ya era casi frivola glotoneria, porque cuando bebia despues de cada bocado un pequeno sorbo de vino tinto de la botella y se lo paseaba por la lengua y entre los dientes, el regusto algo metalico del pescado se mezclaba con el fuerte y acido perfume del vino de un modo tan convincente, que Jonathan estaba seguro de no haber comido en toda su vida mejor que ahora, en este momento.