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Mientras el amasaba con claras de huevo los senos erectiles de Amaranta Ursula, o suavizaba con manteca de coco sus muslos elasticos y su vientre aduraznado, ella jugaba a las munecas con la portentosa criatura de Aureliano, y le pintaba ojos de payaso con carmin de labios y bigotes de turco con carboncillo de las cejas, y le ponia corbatines de organza y sombreritos de papel plateado.