Oh, era suntuoso, y la suntuosidad hecha carne. Los trombones crujian como laminas de oro bajo mi cama, y detras de mi golova las trompetas lanzaban lenguas de plata, y al lado de la puerta los timbales me asaltaban las tripas y brotaban otra vez como un trueno de caramelo. Oh, era una maravilla de maravillas. Y entonces, como un ave de hilos entretejidos del mas raro metal celeste, o un vino de plata que flotaba en una nave del espacio, perdida toda gravedad, llego el solo de violin imponiendose a las otras cuerdas, y alzo como una jaula de seda alrededor de mi cama. Aqui entraron la flauta y el oboe, como gusanos platinados, en el espeso tejido de plata y oro. Yo volaba poseido por mi propio extasis, oh hermanos.