Salieronle al encuentro y, preguntandole por don Quijote, les dijo como le habia hallado desnudo en camisa, flaco, amarillo y muerto de hambre, y suspirando por su senora Dulcinea; y que puesto que le habia dicho que ella le mandaba que saliese de aquel lugar y se fuese al del Toboso, donde le quedaba esperando, habia respondido que estaba determinado de no parecer ante su fermosura fasta que hobiese fecho fazanas que le ficiesen digno de su gracia. Y que si aquello pasaba adelante, corria peligro de no venir a ser emperador, como estaba obligado, ni aun arzobispo, que era lo menos que podia ser;