A veces me sorprende darme cuenta de que los detalles aparentemente tontos de la vida diaria son los que mas tiempo han perdurado en mi memoria. No recuerdo grandes declaraciones de amor, no recuerdo las discusiones estupidas, esas en las que ninguno de los dos tenia la razon; pero si me acuerdo del olor a vainilla de su pelo cuando acababa de salir de la ducha, de lo divertido que era hacer la cena con ella al lado, de los sabados que nos ibamos los dos solos a tomar una copa y no parabamos de hablar y de reirnos de quien sabe que.