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Cuando el peloton lo apunto, la rabia se habia materializado en una sustancia viscosa y amarga que le adormecio la lengua y lo obligo a cerrar los ojos. Entonces desaparecio el resplandor de aluminio del amanecer, y volvio verse a si mismo, muy nino, con pantalones cortos y un lazo en el cuello, y vio a su padre en una tarde esplendida conduciendolo al interior de la carpa, y vio el hielo.