Feliz emprendi mi largo camino a casa en la fria noche. Aqui y alla tropece aun con estudiantes que se retiraban a dormir alborotando y haciendo eses. Muy a menudo habia comparado su singular manera de divertirse con mi vida solitaria, unas veces con cierta envidia y otras con desprecio. Pero nunca habia sentido como hoy, con plena serenidad y secreta energia, cuan poco me atania aquello y cuan lejano y perdido era para mi aquel mundo. Me acorde de los honrados filisteos de mi ciudad natal, viejos senores rebosantes de dignidad que conservaban los recuerdos de sus anos estudiantiles como la memoria de un bienaventurado paraiso y consagraban a la perdida <> de aquellos anos un culto como el que los poetas y otros romanticos dedican a su infancia. !En todas partes sucedia lo mismo! Todos los hombres buscaban la <> y la <> en un punto cualquiera del pasado, solo por miedo a ver alzarse ante ellos la vision de la responsabilidad propia y del propio singular camino. Durante un par de anos alborotaban y bebian, para someterse luego al rebano y convertirse en senores graves al servicio del Estado. Era verdad lo que Demian afirmaba: nuestro Mundo estaba carcomido, y esa estupidez estudiantil era aun menos estupida y menos despreciable que ciertas otras.