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Porque labios libertinos o venales le habian murmurado frases semejantes, no creia sino debilmente en el candor de las mismas; habia que rebajar, pensaba el, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metaforas mas vacias, puesto que nadie puede jamas dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodias para hacer bailar a los osos, cuando quisieramos conmover a las estrellas.