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El que haya gustado los otros dias, los malos, los de los ataques de gota o los del maligno dolor de cabeza clavado detras de los globos de los ojos, y convirtiendo, por arte del diablo, toda actividad de la vista y del oido de una satisfaccion en un tormento, o aquellos dias de la agonia del espiritu, aquellos dias terribles del vacio interior y de la desesperanza, en los cuales, en medio de la tierra destruida y esquilmada por las sociedades anonimas, nos salen al paso, con sus muecas como un vomitivo, la humanidad y la llamada cultura con su fementido brillo de feria, ordinario y de hojalata, concentrado todo y llevado al colmo de lo insoportable dentro del propio yo enfermo; el que haya gustado aquellos dias infernales, ese ha de estar muy contento con estos dias normales y mediocres como el de hoy [...].