"La primera vez que imparti una clase de posgrado de escritura estaba preocupada. No por el temario, porque lo tenia bien preparado y estaba ensenando lo que me gustaba. Lo que me preocupaba era que ropa ponerme. Queria que me tomaran en serio. Yo era consciente de que, por el hecho de ser mujer, automaticamente tendria que demostrar mi valia. Y me preocupaba el hecho de resultar demasiado femenina. Tenia muchas ganas de ponerme brillo de labios y una falda bonita, pero decidi no hacerlo. Lleve un conjunto muy serio, muy masculino y muy feo. La triste verdad del asunto es que, en lo tocante a la apariencia, seguimos teniendo al hombre como estandar, como norma. Muchos pensamos que cuanto menos femenina se vea una mujer, mas probable es que la tomen en serio. Un hombre que va a una reunion de trabajo no se pregunta si se lo van a tomar en serio en base a la ropa que lleva puesta, pero una mujer si. [...] He decidido no volver a avergonzarme de mi feminidad. Y quiero que me respeten siendo tan femenina como soy. Porque lo merezco. Me gusta la politica y la Historia, y cuando mas feliz soy es cuando estoy teniendo una buena discusion intelectual. Soy femenina. Felizmente femenina. Me gustan los tacones altos y probar pintalabios. Es agradable que te hagan cumplidos, tanto los hombres como las mujeres (aunque si tengo que ser sincera, prefiero los cumplidos que vienen de mujeres elegantes), pero a menudo llevo ropa que a los hombres no les gusta, o bien no la "entienden". La llevo porque me gusta y porque me siento bien con ella. La "mirada masculina", a la hora de dar forma a mis decisiones vitales, es bastante anecdotica."