En cuanto a ti que nos salvas, beduino de Libia, te borraras, sin embargo, para siempre de mi memoria. No me acordare nunca de tu rostro. Tu eres el Hombre y te me apareceras con la cara de todos los hombres a la vez. Nunca fijaste la mirada para examinarnos, y nos has reconocido. Eres el hermano bien amado. Y, a mi vez, yo te reconocere en todos los hombres. ... Todos mis amigos, todo mis enemigos en marchan hacia mi, yo no tengo ya un solo enemigo en el mundo.