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Las ultimas horas habian transcurrido en otro mundo, un universo de roces, de miradas que no entendia y que se comian la razon y la verguenza. Ahora, de regreso a aquella realidad que siempre acechaba en las sombras del ensanche, el embrujo se desprendia y apenas me quedaba el deseo doloroso y una inquietud que no tenia nombre.