Entonces seguro de ser amado, no se molesto, e insensiblemente sus maneras cambiaron. Ya no empleaba como antes aquellas palabras tan dulces que la hacian llorar, ni aquellas vehementes caricias...de modo que su gran amor en el que vivia inmersa le parecio que iba descendiendo bajo sus pies...percibio el fango. No queria creerlo; redoblo su ternura; y Rodolfo, cada vez menos, oculto su indiferencia.