Una montana de cuerpos se alzaba delante de ellos, inmoviles cadaveres con muecas de dolor. La ropa que llevaban y la tierra revuelta a su alrededor estaban empapadas de sangre. Los hombres asesinados yacian sobre las mujeres a las que habian tratado de proteger, las madres aun llevaban a sus hijos en brazos, y los amantes que habian intentado escudarse mutuamente descansaban en el frio abrazo de la muerte.