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Sin la alegria de vivir, sin el ansia de vivir, no hay seres humanos. Quienes se ven privados de su dignidad y luchan por recuperarla, luchan en la misma medida por su derecho a reconquistar las ganas de vivir. Las personas que tratan de salir de un campo de concentracion o de sociedades agrarias depauperadas e ir a los prosperos paises de Europa, y cuyos cadaveres arriban a las playas de Lampedusa y de Sicilia, tambien pretendian recuperar la alegria de vivir.