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Y cuando el corredor dijo amen, alli estaba el, con la clara ventana frontal a la espalda, entre la secretaria y la direccion: el, el Gran Mahlke, pero sin raton, porque llevaba en el cuello el singular objeto, el abretesesamo, el magneto, lo contrario de una cebolla, el trebol galvanizado de cuatro hojas, el engendro del buen viejo Schinkel, la golosina, el aparato, la cosa cosa cosa, el no-quiero-hablar-de-eso. ?Y el raton?