Como escribio Pons Prades, muchos de aquellos hombres y mujeres que habian cruzado los Pirineos con el pelo enmaranado, desalinados, malolientes, con barba de pordioseros, el uniforme salpicado de sangre y plomo y el mirar de visionarios, no se sentian vencidos. Porque hay gente que no se rinde nunca, o no se acuerda de hacerlo