Al dia siguiente no se veian. Las parejas se encerraban en casa, haciendo dietas, mareados, abusando de cafes y pastillas efervescentes. No salian hasta caida la noche, iban a comer a un snack bar caro un steak sin guarnicion. Tomaban decisiones drasticas: no fumarian mas, no beberian mas, no derrocharian mas dinero. Se sentian vacios y estupidos y, en el recuerdo que conservaban de su memorable borrachera, se mezclaba siempre cierta nostalgia, un nerviosismo incierto, un sentimiento ambiguo, como si el impulso mismo que los habia llevado a beber no hubiese hecho mas que avivar su incomprension mas fundamental, una irritacion mas insistente, una contradiccion mas cerrada a la que no podian sustraerse