Site uses cookies to provide basic functionality.

OK
-Pero -dijo Beauchamp, quien en su calidad de periodista era muy incredulo-, ?llevais esas drogas con vos? -Constantemente -respondio Montecristo. -?Seria indiscrecion el pediros ver esas preciosas pildoras? -exclamo Beauchamp, creyendo poner al conde en un aprieto. -No, senor -respondio el conde, y saco de su bolsillo una maravillosa cajita incrustada en una sola esmeralda, y cerrada por una rosca de oro, que desatornillandose, daba paso a una bolita de color verdoso y del tamano de un guisante.