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Siempre quise a Paulina. En uno de mis primeros recuerdos, Paulina y yo estamos ocultos en una oscura glorieta de laureles, en un jardin con dos leones de piedra. Paulina me dijo: Me gusta el azul, me gustan las uvas, me gusta el hielo, me gustan las rosas, me gustan los caballos blancos. Yo comprendi que mi felicidad habia empezado, porque en esas preferencias podia identificarme con Paulina. Nos parecimos tan milagrosamente que en un libro sobre la final reunion de las almas en el alma del mundo, mi amiga escribio en el margen: Las nuestras ya se reunieron. ''Nuestra'' en aquel tiempo, significaba la de ella y la mia.