Pero ya al dia siguiente todo volvia a ser igual que siempre, porque a los visegradenses no les gusta recorfar lo malo ni preocuparse por adelantado; en la sangre llevan la certidumbre de que la buena vida se compone de treguas y de que seria alocado y absurdo enturbiar estas escasas treguas buscando una vida mas firme y estable que no existe.