Ella decia que eramos seres llenos de fealdad e insignificancia; pero, aunque yo sabia hasta que punto era yo mismo capaz de cosas innobles, me desolaba el pensamiento de que tambien ella podia serlo, que seguramente lo era. ?Como? -pensaba-, ?con quienes, cuando? Y un sordo deseo de precipitarme sobre ella y destrozarla con las unas y de apretar su cuello hasta ahogarla y arrojarla al mar iba creciendo en mi.