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Y de nuevo, cuando termino de repente con un pasaje del discurso de Goethe sobre Shakespeare, nuestra excitacion se desvanecio bruscamente. Y de nuevo como en la vispera, se apoyo exhausto en la mesa, el semblante palido, pero todavia surcado por pequenos temblores y estremecimientos de los nervios y en la mirada brillaba extranamente la voluptuosidad de la efusion todavia viva como la de la mujer que acaba de desasirse de un poderoso abrazo.