En ausencia de los elementos de apoyo que nos resultan familiares, quedamos cara a cara tan solo con nosotros mismos: una persona a la que no conocemos, un extrano desconcertante con quien hemos vivido siempre, pero al que, en el fondo, nunca hemos querido tratar. ?Acaso no es ese el motivo de que tratemos de llenar cada instante de ruido y actividades, por aburridas y triviales que sean, y evitemos quedarnos a solas y en silencio con ese desconocido?