Cascar una nuez no es realmente un arte, y en consecuencia nadie se atreveria a congregar un auditorio para entretenerle cascando nueces. Pero si lo hace y logra su proposito, entonces ya no se trata meramente de cascar nueces. O tal vez se trate meramente de cascar nueces, pero entonces descubrimos que nos hemos despreocupado totalmente de dicho arte porque lo dominabamos demasiado, y este nuevo cascador de nueces nos muestra por primera vez la esencia real del arte, al punto de que podria convenirle, para un mayor efecto, ser un poco menos habil en cascar nueces que la mayoria de nosotros.