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Hasta que de pronto aquel sonido tenue pero penetrante y obsesivo parecio tocar alguna zona sensible de mi yo, algunos de esos lugares en que la piel del yo es finisima y de sensibilidad anormal: y desperte sobresaltado, como ante un peligro repentino y perverso, como si en la oscuridad hubiese tocado con mis manos la piel helada de un reptil.