-- !Oh Caballero de la Triste Figura!, no te de afincamiento la prision en que vas, porque asi conviene para acabar mas presto la aventura en que tu gran esfuerzo te puso; la cual se acabara cuando el furibundo leon manchado con la blanca paloma tobosina yoguieren en uno, ya despues de humilladas las altas cervices al blando yugo matrimonesco; de cuyo inaudito consorcio saldran a la luz del orbe los bravos cachorros, que imitaran las rumpantes garras del valeroso padre. Y esto sera antes que el seguidor de la fugitiva ninfa faga dos vegadas la visita de las lucientes imagines con su rapido y natural curso. Y tu, !oh, el mas noble y obediente escudero que tuvo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narices!, no te desmaye ni descontente ver llevar ansi delante de tus ojos mesmos a la flor de la caballeria andante; que presto, si al plasmador del mundo le place, te veras tan alto y tan sublimado que no te conozcas, y no saldran defraudadas las promesas que te ha fecho tu buen senor. Y asegurote, de parte de la sabia Mentironiana, que tu salario te sea pagado, como lo veras por la obra; y sigue las pisadas del valeroso y encantado caballero, que conviene que vayas donde pareis entrambos. Y, porque no me es licito decir otra cosa, a Dios quedad, que yo me vuelvo adonde yo me se. Y, al acabar de la profecia, alzo la voz de punto, y diminuyola despues, con tan tierno acento, que aun los sabidores de la burla estuvieron por creer que era verdad lo que oian. Quedo don Quijote consolado con la escuchada profecia, porque luego coligio de todo en todo la significacion de ella; y vio que le prometian el verse ayuntados en santo y debido matrimonio con su querida Dulcinea del Toboso, de cuyo felice vientre saldrian los cachorros, que eran sus hijos, para gloria perpetua de la Mancha. Y, creyendo esto bien y firmemente, alzo la voz, y, dando un gran suspiro, dijo: -- !Oh tu, quienquiera que seas, que tanto bien me has pronosticado!, ruegote que pidas de mi parte al sabio encantador que mis cosas tiene a cargo, que no me deje perecer en esta prision donde agora me llevan, hasta ver cumplidas tan alegres e incomparables promesas como son las que aqui se me han hecho; que, como esto sea, tendre por gloria las penas de mi carcel, y por alivio estas cadenas que me cinen, y no por duro campo de batalla este lecho en que me acuestan, sino por cama blanda y talamo dichoso. Y, en lo que toca a la consolacion de Sancho Panza, mi escudero, yo confio de su bondad y buen proceder que no me dejara en buena ni en mala suerte; porque, cuando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la insula, o otra cosa equivalente que le tengo prometida, por lo menos su salario no podra perderse; que en mi testamento, que ya esta hecho, dejo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos servicios, sino a la posibilidad mia. Sancho Panza se le inclino con mucho comedimiento, y le beso entrambas las manos, porque la una no pudiera, por estar atadas entrambas. Luego tomaron la jaula en hombros aquellas visiones, y la acomodaron en el carro de los bueyes.