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Visto desde el espacio exterior, Tokio debe parecer una gran burbuja brillante en la que no hay lugar de donde esconderse de esa luz que parece atravesar todas las barreras; el cristal mas ahumado y la mas gruesa de las membranas, colandose hasta la ultima esquina de todas las habitaciones, al ultimo escondrijo y la ultima grieta, a todos los nidos de los pajaros y a toda las colmenas. No habia donde correr, ningun sitio en el que no pudieran encontrarte junto a tu sombra