En ese preciso momento el camino se abria y con una exclamacion Lucy se encontro fuera del bosque. Luz y belleza la envolvia. Habia ido a dar a una pequena terraza que estaba cubierta de violetas de un extremo a otro. - !Valor! -exclamo su companero, erguido a unos seis pies de altura respecto a ella-. Valor y amor. Ella no respondio. A sus pies el suelo se cortaba bruscamente dando paso a la panoramica. Violetas que se agrupaban alrededor de arroyos y corrientes y cascadas, regando la vertiente de la colina de azul, arremolinandose alrededor de los troncos de los arboles, formando lagunas en los agujeros, cubriendo la hierba con manchas de espuma azulada. Jamas volveria a haberlas en tal profusion. La terraza era el principio de lo bello, la fuente original donde la belleza hacia brotar agua que iba a la tierra. De pie en el margen, como un nadador que se prepara, estaba el buen hombre. Pero no era el buen hombre que ella habia pensado, y estaba solo. George se habia vuelto al oir su llegada. Por un momento la contemplo, como si fuera alguien que bajaba de los cielos. Vio la radiante alegria en su cara, las flores que batian su vestido en olas azuladas. Los arbustos que la encerraban por encima. Subio rapidamente hasta donde estaba ella y la beso. Antes de que ella pudiera decir algo, casi antes de que pudiera sentir nada, una voz llamo: !Lucy!, !Lucy!, !Lucy!. La senorita Bartlett, que era una mancha oscura en la panoramica, habia roto el silencio de la vida.