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"Fue siendo alumno de este hombre cuando empece a preguntarme si los literatos no sufren alguna variedad de desequilibrio mental, desequilibrio que, pensando en el trepidante balanceo nocturno de Albert Vetch, he denominado "el mal de la medianoche". Este mal es un insomnio de origen emocional: el paciente se siente solo en todo momento -aunque escriba al amanecer o a media tarde- como si estuviese echado en un asfixiante dormitorio, con la ventana abierta de par en par, mirando un cielo lleno de estrellas y aviones y escuchando el golpeteo de un postigo, el paso de una ambulancia, el zumbido de una mosca atrapada en una botella vacia, mientras todo el vecindario duerme a pierna suelta. Ese es el motivo por el cual, en mi opinion, los escritores -al igual que quienes padecen insomnio- son tan propensos a sufrir accidentes, se sienten obsesivamente corroidos por el cancer de la mala suerte y las oportunidades perdidas, tienen tanta predisposicion a darle mil vueltas a todo y son incapaces de dejar de pensar en algo que les ronde por la cabeza por mucho que se les inste a ello."