Cuando yo era nina mi madre me decia 'querida'; era una palabra. Cuando iba a la escuela la maestra me decia 'querida'; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo '!querida!', aquello ya no era una palabra: era una cosa viva que se abrazaba a las entranas y hacia temblar las rodillas. Era como si fuera el primer dia del mundo y nunca se hubiera querido alguien antes que nosotros. Por la noche no podia dormir. '!Querida, querida, querida!...' Alli estaba la palabra viva rebotandome en los oidos, en la almohada, en al sangre. !Que importa ahora que Mauricio no me mire si el me llena los ojos! !Que importa que el ramo de rosas siga diciendo 'manana' si el me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... !si basta querer para ser feliz abuela, feliz, feliz!...