"Durham no podia esperar. La gente los rodeaba, pero con ojos que se habian vuelto intensamente azules murmuro: --Que te amo. Maurice se escandalizo, se horrorizo. Se estremecio hasta las raices de su alma burguesa, y exclamo:"!Oh, maldicion!" Las palabras, los gestos, surgian de el antes de que pudiera evitarlo."