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Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincon tu amplia falda, de algodon, me parece, y te soltabas el nudo que te retenia el pelo en una cola. Tenias la piel erizada y te reias. Estabamos tan proximos que no podiamos vernos, ambos absortos en este rito urgente, envueltos en el calor y el olor que haciamos juntos. Me abria paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrias, me trepabas, me envolvias con tus piernas invencibles, me decias mil veces ven con los labios sobre los mios