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Sigo teniendo ante mis ojos a Teresa, sentada en un tocon, acariciando la cabeza de Karenin y pensando en la debacle de la humanidad. En ese momento recuerdo otra imagen: Nietzsche sale de su hotel en Turin. Ve frente a el un caballo y al cochero que lo castiga con el latigo. Nietzsche va hacia el caballo y, ante los ojos del cochero, se abraza a su cuello y llora. Esto sucedio en 1889, cuando Nietzsche se habia alejado ya de la gente. Dicho de otro modo: fue precisamente entonces cuando aparecio su enfermedad mental. Pero precisamente por eso me parece que su gesto tiene un sentido mas amplio. Nietzsche fue a pedirle disculpas al caballo por Descartes. Su locura (es decir, su ruptura con la humanidad) empieza en el momento en que llora por el caballo. Y ese es el Nietzsche que yo quiero, igual que quiero a Teresa, sobre cuyas rodillas descansa la cabeza de un perro mortalmente enfermo. Los veo a los dos juntos: ambos se apartan de la carretera por la que la humanidad, <>, marcha hacia adelante.