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La masificacion suprime los deseos individuales, porque el Superestado necesita hombres-cosas intercambiables, como repuestos de una maquinaria. Y en el mejor de los casos, permitira los deseos colectivizados, la masificacion de los instintos: construira gigantescos estadios y hara volcar semanalmente los instintos de la masa en un solo haz, con sincronica regularidad. Mediante el periodismo, la radio, el cine y los deportes colectivos, el pueblo embotado por la rutina podra dar salida a una suerte de panonirismo, a la realizacion colectiva de un gran sueno. De modo que al huir de las fabricas en que son esclavos de la maquina, entraran en el reino ilusorio creado por otras maquinas: por rotativas, radios y proyectores.